En la elecciones que realizamos en el día a día es dónde manifestamos nuestra personalidad. Nuestras elecciones muchas veces nos delatan, ya que cualquier elección, siempre la tomamos, sepámoslo o no, desde nuestros deseos o desde nuestra escala de valores.
Podemos ser conscientes al mismo tiempo de tomar una decisión de los caminos que se presentan ante nosotros. Unos nos llevarán a unos parajes desolados y otros a playas y montañas soleadas, todo será cuestión de tiempo.
Los caminos están ahí y nosotros querámoslo o no, seamos conscientes o no, deberemos transitar por alguno de ellos y esa elección será la constatación de nuestro deseo en ese momento determinado, en ese punto de nuestra vida.
¿Cómo elegir? ¿Cuál es el mejor camino a seguir? ¿Cómo sabremos a posteriori si nuestro paseo por ese sendero será el idóneo?. Que nadie que lea esto espere que yo ilumine con mis palabras el sendero de la libertad que habita en cada uno de nosotros. Solamente intentaré hacer una distinción entre lo que podemos desear y lo que podemos valorar, y a raíz de ahí que cada cual decida.
Las cosas que nos rodean a ti y a mi, tienen valores. Los valores curiosamente no se ven, los valores valen, pero no se ven. Pondré un ejemplo con la comida para que se vea más claro.
Imagínate junto a una tarta de chocolate y una ensalada. Bien, aquí hay un momento tentador, un momento para ponernos a prueba, para la decisión. ¿Cómo elegirás? ¿Te comerás la tarta o la ensalada?. Estoy casi seguro la mayoría optaría por la tarta, yo incluido. Pero, pensemos lentamente, ¿que tiene más valor en términos de salud, la tarta o la ensalada?. Nadie negará que la ensalada tiene más valor, es más saludable que la tarta. Es decir, no estamos hablando de que como a mi me gusta la tarta la valoro más subjetivamente sino que, al margen de mi gusto personal, de mi subjetividad, he de admitir que la ensalada en términos de salubridad, vale más que la tarta de chocolate.
Así, tenemos que, independientemente de gustos personales, de subjetividades, nos empezamos a dar cuenta, si hemos seguido el razonamiento atentamente, que lo que nos gusta en la vida no es necesariamente lo que tiene más valor, simplemente por el hecho de que nos guste, sino que nos gusta lo que más deseamos, no necesariamente lo que más valoramos.
Entonces y para dejar que esta idea repose en tu interior, si libremente te parece sensata y la aceptas, empieza a curiosear en tu mundo. Puedes empezar con cosas muy cercanas y cotidianas, no hace falta irse muy lejos. ¿Qué valoras en las personas que te rodean? ¿Qué valoras en la música que escuchas? ¿Valoras o solo deseas? ¿Eres consciente de la diferencia entre tus deseos y los valores de lo que deseas? ¿Deseas que te valoren o tu vales independientemente de que te deseen o no?…