martes, 8 de marzo de 2011

Santísima Trinidad del Flamenco

© Amancio Guillén

La enseñanza del flamenco está más raquítica que nunca. Aunque se tenga mucha más información que en épocas anteriores. Voy a exponer mi punto de vista para señalar las carencias y las tergiversaciones a las que el flamenco está sometido en su contexto académico y por supuesto, las consecuencias que esa forma de actuar provocará en el futuro, sino lo está provocando ya.


Para empezar diré que en el panorama actual y desde mi perspectiva como profesional del flamenco y como músico de formación académica, la enseñanza en la mayoría de centros oficiales es muy parcial. Entiendo parcial en el sentido de que el flamenco se compone de tres formas de interpretación: El Cante, El Baile y La Guitarra Flamenca.


Esas tres formas están interconectadas, es decir, no se concibe ser un cantaor y no saber cantar para baile, o ser una bailaora y no saber cuando empieza y acaba una letra o la falseta de un guitarrista. Así como un guitarrista debe saber acompañar tanto al cante como al baile, antes de ser un solista.


No podemos olvidar que El Flamenco es un arte de un conjunto de estos tres elementos. Cada parte debe conocer bien a las demás. Lo ideal sería enseñar estas tres vertientes del flamenco conjuntamente en las escuelas de música, pero aún queda mucho para sistematizarlo. Es fácil decirlo pero no es tan fácil crear un sistema de enseñanza.


Desde mi punto de vista, a un alumno de guitarra flamenca, no le basta con estudiar y memorizar unos cuantos solos de guitarra flamenca. Tiene que saber cómo acompañar al cante, cómo, cuando y porqué respira un cantaor en determinada frase, que tipo de falseta y qué longitud ha de tener esa falseta y en qué momento, tiene que saber dónde hay que tocar más falsetas para baile y cuándo tiene que meter más ritmo, cómo seguir la subida de tiempo cuando una bailaora lo marca con los pies, cuando marca las llamadas, los cierres, el silencio, la escobilla, etc etc…, y estoy hablando solamente de la superficie, porque aún hay muchísimo más en la música flamenca.


Es cierto, que hoy día, la mayoría de los espectáculos de flamenco en los Teatros están todos “montados”. Es decir, cada vez se tocan las mismas falsetas, se cantan las mismas letras y se baila la misma coreografía en un espectáculo. Esto es porque los artistas han buscado y rebuscado efectos y sentidos artísticos, y están ofreciendo la “mejor versión” de esa representación. Pero esto no es razón ni excusa para que los estudiantes piensen que “voy a interpretar los espectáculos montados, así que no necesito saber las demás partes, no necesito conocer la base del flamenco”. No, No. No olvidéis que todos esos compañeros míos profesionales, también saben esas tres formas de hacer flamenco en el fondo. Por eso se permiten hacer una obras artísticas “montadas”. Pero después, nunca antes, nunca sin haber conocido primero la base, toda la estructura, todo el lenguaje flamenco.


Hay una anécdota muy interesante que me comentó el Maestro Paco de Lucía en su día.


Paco cuando era joven, iba a acompañar por primera vez al Maestro Antonio El Bailarín. No hubo ensayos, no hubo ni siquiera conversación con el maestro sobre qué iba a bailar. El joven Paco de Lucía, antes de salir al escenario, le preguntó a Antonio El Bailarín “Maestro, ¿qué falseta le toco?” “Toca la que quieras! Voy a bailar sobre lo que toques! No te preocupes por nada”. Y Paco tocó lo que le pareció bien, y Antonio El Bailarín bailó fenomenalmente sobre lo que escuchó. Me dijo Paco “Él sí que sabía!”.


Esto es el flamenco! No sé si en un futuro, el flamenco podrá contar con algún tipo de enseñanza para poder aprender ese conjunto de sus tres importantísimas facetas de alguna manera. Pero mientras tanto, los aprendices no deben olvidar lo esencial del flamenco. Santísima Trinidad… o en este caso Flamenquísima Trinidad.