Hace un par de semanas un buen amigo mío me pasó una maqueta de un joven guitarrista. Este guitarrista acababa de grabar su primera maqueta con sus temas propios y con mucha ilusión. Mi amigo me pasó un CD para que lo escuchara y le diera mi opinión.
Es muy natural que cuando un guitarrista graba su primera maqueta o su primer disco, lo haga con una ilusión brutal. Y esto es así porque a la novedad de su primer “hijo musical”, su primer disco, se le añade al acontecimiento toda una descarga de ideas musicales que han estado en su cabeza desde que empezó a componer, quizás desde hace muchos años atrás. Lo cual suele dar, aunque no siempre , una sensación de densidad, de un torrente de información musical sin resolver.
En el caso del chico que escuché, no resultó ser así. Había una buena compensación entre ideas musicales y su desarrollo. Había ideas realmente bonitas y consecuentes con las forma y el fondo musical flamenco. Muy buen ritmo, sin hacer un alarde circense barato de las sincopas y los contratiempos, tan efectistas para los oídos no entrenados y sin criterio del termino medio hoy en día. Una armonía equilibrada, sin pretenciosidades ni la cursilería esnobista de “cuanto más acordes más impresionaré” (al igual que con el ritmo sincopado) y en definitiva, un trabajo con buen tino y criterio. El único pero que pude objetar positivamente fue que tratara de conseguir más fluidez en los cambios de posición en la mano izquierda, ya que podía sacarle más partido a esas mismas ideas. Pero dejando claro que ese punto era algo constructivo y concreto y no una crítica destructiva que para nada desmerecía todo el trabajo que había logrado con su maqueta.
Lógicamente no siempre dispongo de todo el tiempo que me gustaría para escuchar todo lo que me llega a través de mi apartado de correos o de mi mail, pero siempre que el tiempo me lo permite busco un hueco para hacerlo. Y siempre que puedo lo hago porque aunque sean músicos o guitarristas jóvenes, de todos se puede aprender algo bueno, algo positivo, algo que enriquezca también mi forma de tocar.
Es cierto que encontrar puntos negativo o fallos y criticarlos es más fácil que buscar cosas positivas o interesantes y apreciarlas. De hecho, hay muchos “opinaores” de la música que si no tienes cuidado, te van a tratar de hundir a la mínima que te descuides. Por eso hay que tener la cabeza bien amueblada y saber dónde están ellos y dónde estás tu, que quizás eres más joven.
© Amancio Guillén
Yo mismo, tuve una época que sufría por las opiniones negativas de la gente, pero desde hace ya mucho tiempo ninguna de ellas me molestan. Desde mi punto de vista, hay tres tipos de gente que opinan, y puedo distinguir bien las opiniones que me valen y las que no. Las que me aportan y las que no.
La primera categoría, es la de la gente que opina sin preparación en tu terreno que cree poder ayudarte con sus comentarios. Todo el mundo tiene derecho a opinar, los mecánicos, los camareros, y los bomberos también tiene derecho a opinar sobre mi música o la de cualquiera. Este tipo de gente, no lo hace con maldad ni mala intención, pero a veces sus palabras pueden hacerte daño si no lo tienes muy claro. Si eres joven no te dejes arrastrar por sus palabras negativas, ya que no suelen tener un criterio formal. Es decir, no tienen formación para opinar sobre algo que desconocen, que no es de su jurisdicción, como es el caso de la música. Podrán hablar con propiedad de su oficio pero no del tuyo. No deberías sufrir ni enfadarte por su opinión negativa con respecto a tu creación. Ellos no son profesionales de la Música, pero tu o yo sí. Así que déjalos estar con sus inofensivas opiniones.
La segunda categoría, es la gente que dicen ser “profesionales” (“críticos” a veces) y que opinan negativamente. Esto suele ocurrir por sus problemas, por su envidia o por su frustración. Este tipo de opiniones suelen ser muy destructivas y a veces van recubiertas de inocencia pero en su interior hay un veneno mortal: el veneno de la guasa. Pero tampoco tienes por qué sufrir con esas opiniones ni se ha de alterar tu sangre por eso. Cuando recibo esas flechas homicidas de palabras asesinas (y confieso que he recibido y recibiré muchas más haga lo que haga), intento esquivarlas con arte sin levantar la voz ni poner mala cara. Y es porque soy consciente de que la limitada energía de la que dispongo diariamente, no me gustaría gastarla enfadándome por gilipolleces, prefiero utilizarla para algo positivo y creativo. Y además, no te puedes imaginar lo que sufre una persona envidiosa con su impotencia. Hasta deberían darnos lástima. Si piensas y visualizas que a una persona se le hinchan las venas de la frente de coraje y envidia por escuchar tu música, tu trabajo, podrás captar mejor lo que digo.
La tercera categoría y ésta sí que me vale es la gente que opina constructivamente. Suelen ser opiniones de profesionales o buenos aficiond@s, que a lo mejor critica algunos puntos de mi Música o la tuya pero siempre lo hacen con respeto y sin querer sentar cátedra o dogma. Me muestran su visión y alternativas concretas. Con este tipo de opinión, muchas veces he podido abrir más mi abanico de pensamiento, o darme cuenta de algo que hasta ahora ni lo había pensado, ni se me había pasado por la cabeza. Y de hecho, han sido esas opiniones concretas, ceñidas a un tema, constructivas, las que más me han aportado y las que sí te recomiendo escuchar. Porque están basadas en razones de peso, en evidencias y no en generalizaciones vagas. Son opiniones “oportunidad” para ensanchar tu campo de visión musical y personal y aprender con renovada energía positiva.
Gracias a esta tercera categoría de gente y con la humildad por delante, he aprendido muchas cosas positivas, y he consigo nuevas perspectivas sanas tanto de la vida como de la música. Por eso, cuando yo escucho algo, también quiero pertenecer a esta tercera categoría de personas. La categoría en la cual no prima el maltrato sicológico de nadie. La categoría de personas en la cual prima lo constructivo, lo positivo, el predicar con el ejemplo, sabiendo que mi honestidad y humildad me permite jugar en una división de honor: la del respeto al ser humano por encima de todo. Porque detrás de cualquier crítica irrespetuosa siempre se encuentra una persona que siente, que ríe y que a veces llora…
“Por mucho que un hombre valga,