Hoy estuve pensando en la incertidumbre de la vida. En la inseguridad que desde cuando naces empieza ya a perseguirte. Con los años aprendes que esas cosas que aparentemente piensas que a ti nunca van a pasarte, esas cosas tan inciertas, un día se presentan a tu puerta, sin tan siquiera llamar.
Pero también en algunos aspectos la vida también hay que tomarla con valentía, con el coraje de saber que es la única que tenemos. En concreto hablo de esos aspectos que dependen más de lo que tú sí puedes hacer que de los que no tienes ningún control.
La actitud en la vida ha de ser activa, enérgica, e incluso asumir riesgos en algunas ocasiones. Porque la vida es en realidad una aventura. Una aventura en la cual si no arriesgas con tus proyectos o tu iniciativa, puedes quedar relegad@ a un rincón de pasividad, de apatía; en definitiva a una muerte sicológica en la cual ya no haces nada, no arriesgas nada y dejas escapar oportunidades que podrían hacer de tu vida algo maravilloso.
No te dejes amedrentar por fantasmas. La seguridad es una utopía. Nadie estamos seguros de nada. Evitar decisiones no va a darte seguridad. Al contrario, cada vez que evitas algo, estás alimentando a esos fantasmas y lo que es peor, tu vida se va escurriendo poco a poco, como arena entre los dedos.
Los problemas siempre van a tratar de arrollarte, de aplastarte, como si fuesen apisonadoras. Pero también sé algo que me tranquiliza mucho respecto a los problemas: de una forma u otra los problemas se solucionan. Y con el paso del tiempo ves que algunos que te parecían irresolubles ahora te parecen irrisorios. Muchos de ellos existen más en forma de fantasmas dentro de nuestras cabezas que en estado sólido en el mundo real.
En nuestra vida, en nuestra profesión, en el día a día, tomemos riesgos calculados, pero tomémoslos. Porque la única manera que conozco de vivir es haciéndome paso entre la incertidumbre. Apretar los dientes y utilizar todo mi potencial es la única manera que me ha resultado fructífera la mayoría de las veces para enfrentarme a lo que yo quiero de la vida: hacer de ella una aventura emocionante. La aventura más grande que nadie jamás puede vivir por mi.