Foto: de izquierda a derecha, Carlos, Mikiko, Mariko, Kazuo y Eiko con sus hijos durmiendo en sus brazos.
Salir es algo que siempre sienta bien. Especialmente después de un día de trabajo. En esos días cargados de tareas y compromisos, y más si tu implicación con ellos es significativa, es difícil desconectar.
Hay gente que no desconecta casi nunca. Conozco a muchos, en especial a guitarristas. Y lo sé porque en otro tiempo, yo era así: un monotemático de la guitarra. Me hablaban, por ejemplo, y en mi mente estaba deseando irme a mi habitación a estudiar como loco. No podía desconectar. ¿Era porque me gustaba mucho la guitarra? Lo dudo. Era una obsesión. Actualmente me sigue gustando tocar la guitarra cuando toco la guitarra, pero no cuando no la toco. Cuando no la toco me gustan otras cosas.
Ayer fue un día de esos en los que estuve trabajando todo el día prácticamente. Por la noche aún tenía el residuo del día trabajado. Mis melodías sonaban en mi cabeza a manera de martillo hidráulico. Desesperante. No había forma de apagar la hoguera de melodías que martilleaban mi mente.
Por suerte, tenía previsto cenar con unos buenos amigos y amigas. Pero incluso en el viaje a la cita, en la carretera, la guitarra sonaba a modo de pajarillo travieso en lo alto de un cable de la luz, dándome la brasa. Monotemático, monotemático, monotemático.
Entonces llegamos Mariko y yo al restaurante a reunirnos con esos amigos que no tienen conexión con la música profesionalmente. Son Eiko y Kazuo con sus dos hijos Kai y Rei, y Mikiko y Carlos. Estar con ellos me ha venido genial para desconectar de mi rutina.
Eiko y Kazuo trabajan en la embajada de Japón en Madrid. Y Mikiko trabaja en una importante empresa de Comercio Internacional y Carlos es informático de una gran empresa. Hablamos de costumbres, de cómo nos conocimos cada matrimonio. De el viaje de Carlos a Estados Unidos, concretamente a San Diego. De los cambios actuales en la sociedad, de comprar por Internet con tarjetas de crédito, de la compra de lentillas a través de Internet, de la confusión de la “r” co la “l” para algunos japoneses, etc. En definitiva de trivialidades muy serias. Porque gracias a esas trivialidades serias, y a la buena compañía de mis amig@s, pude acallar al pajarillo del cable de la luz. Vete a cantar melodías a otra parte canalla…
Me lo pasé francamente bien, pajarillo aparte. Buenas compañías, un buen vinito, una buena cena, buenas charlas, diversidad de enfoques, bromas, cachondeo sano, son algunos de los ingredientes que le dan mucho sabor a la vida, entre otros. Gracias Mikiko, Eiko, Mariko, Kai, Rei, Kazuo y Carlos por vuestra compañía. Me sentí a gusto con vosotr@s.
Si eres una persona que te cuesta desconectar de tu trabajo, o de las que rumian siempre un mismo problema, te sugiero que hagas cosas y tengas intereses alejados del terreno en el cual te mueves habitualmente. Es una de las mejores curas contra la monotonía. A mi por lo menos me funciona. Quizás a ti también. Solo es cuestión de intentarlo.