martes, 24 de mayo de 2011

Un Estado Especial


© Amancio Guillén


Acabo de componer una falseta de bulerías. Es sólo una falseta, un trocito de música. En mi cabeza aún resuena su melodía y sé que esa melodía la grabaré y tendréis ocasión de escucharla en mi próximo disco flamenco.


Todo esto ocurría en mi estudio, en la soledad buscada de mi estudio. Cuando he salido de él para relajarme (componer cansa mucho mentalmente) he tenido un pensamiento súbito, repentino. Un pensamiento de esos que ayudan a clarificar tu vida, a sentar aún más la base personal y orientarte aún más.


El ser humano va buscando en general aprobación. Eso está bien, siempre que no sea enfermizo, porque lógicamente a todos nos gusta que nos aprueben en cierto modo. Hablo de un sentido de aprobación honesto, sin falsedades, no de la palmadita falsa en la espalda, deshonesta, sino de una felicitación sincera por algo que a uno le ha supuesto un esfuerzo también sincero.


Pero pensándolo bien, aunque nos pueda gustar una enhorabuena ajustada a la realidad, no necesariamente la necesitamos; es decir, podemos vivir físicamente sin halagos. Puedo vivir mi vida y tu la tuya sin la aprobación de los demás. No vas a morir (afortunadamente) porque no te feliciten, eso está claro.


¿Has estado alguna vez absorto en algo que de verdad te atraía hasta el punto de olvidarte de ti mismo? Que preferirías en ese momento, ¿qué te dijeran lo “bueno” que eres o que te dejaran sin molestarte para no interrumpir tu gozo?...

¿Ves la diferencia? ¿qué preferirías la aprobación o que te dejaran tranquilo en ese momento? Creo que elegirías que en ese momento te dejaran tranquilo o tranquila, que no interrumpieran ese estado absorto que te invade cuando estás como los niños felices: jugando.


La falseta de bulerías ha sido consecuencia de mi estado y no de mi ego. Si cuando la escuches te gusta, será para mi un placer haber contribuido un poquito a tu felicidad o satisfacción. Es como este escrito que lees, si está contribuyendo a que pases un rato agradable, me daré por satisfecho. He escrito absorto en el pensamiento que me inspiraba y me traía cada palabra y cada frase a estas líneas, no para buscar nada, solo por sentir el “estado”; ese estado de paz y tranquilidad que tanto me gusta, y nada más.