martes, 26 de abril de 2011

Las Dudas ¿Quién no las tiene?


© Amancio Guillén

He pasado por muchas etapas en mi vida personal y en mi vida profesional. Creo que como a todos nos ha pasado en algún momento, las dudas han rondado por nuestra cabeza como águilas que esperasen ver a las dudas infiltrándose en nuestra mente para cazarlas y mostrárnoslas enfrente de nuestra conciencia, para que contemplemos nuestras debilidades, nuestras dudas al descubierto.


Dudar lo hace a uno vulnerable, lo hace humano. La vida te enseña a dudar. Se duda de lo incierto e incierto es casi todo. Quizás el laberinto, el nudo se desenreda en cuanto comprendemos que no es la duda en sí lo que nos ciega, sino nuestra relación con ella.


Para mi la vida es como un juego de estrategia en el cual cada movimiento está concatenado al siguiente, ligado al siguiente. Y de las jugadas que hagas así será tu juego. Las dudas son parte del juego. Muchas veces has de mover pieza o ficha en periodos de incertidumbre. ¿Quién no ha tomado decisiones dudando porque no todo era transparente como la esfera de un reloj...?


Pero hay que decidir y la duda acecha siempre. Para mi comodidad he admitido hasta con agrado que mis dudas se relacionan ahora conmigo a la manera de consejeras o asistentes personales. Cuando dudo, me recubro de un baño de humildad, porque esa duda significa para mi que estoy en el buen camino: no lo sé todo. Ya que en los momentos de duda, no me queda más remedio que aceptar que mi visión podría no ser la única. Si no dudase de nada ni ante nada, podría considerarme un ser inflexible y ahí entraría en el terreno del dogmatismo; lo cual no me gusta nada, ya que es un terreno propicio para falsear la realidad, para adaptarla a la teoría, a “mi” supuesta teoría, lo cual desde mi punto de vista no sería ético.


También he de ser sincero y admitir que en las cosas esenciales, fundamentales no suelo dudar. Es más en lo accesorio por regla general. Tampoco dudo de mi mismo, va contra mi religión. Soy la persona con la cual paso más tiempo y ese tiempo me ha ayudado a conocerme. En especial, a conocer mis límites y tratar de ser feliz dentro de ellos. Es mi forma de entender la libertad. Ser libre dentro de mis limites, quizás eso sea el paraíso terrenal...


En resolución, creo que conocer mis límites como ser humano y dudar me ha hecho crecer porque mis dudas me han ayudado a cuestionar mis límites y a veces a romperlos y autosuperarme. El día que deje de dudar, será el punto final a un destello de luz que un día brillo en la eternidad del universo y que sus padres le pusieron el nombre de Juan Manuel, por cierto, también tocaba la guitarra.